En la última década, Latinoamérica ha vivido una transformación acelerada hacia los pagos digitales. En países como Brasil, Argentina, Colombia y México, soluciones como Pix, Mercado Pago y las billeteras QR están reemplazando al efectivo en comercios físicos y electrónicos. Este avance impulsa la inclusión financiera, reduce costos y dinamiza las economías. Sin embargo, también genera una creciente dependencia de redes tecnológicas complejas y vulnerables.
Aunque el avance hacia una economía sin efectivo parece irreversible, su éxito depende de enfrentar riesgos clave con resiliencia. Entre ellos, la desconfianza de los usuarios, la exposición a ciberataques y la fragilidad de las infraestructuras digitales. Para que el futuro digital sea realmente sostenible, necesitamos algo más que tecnología: requerimos una arquitectura resiliente que garantice continuidad operativa, seguridad y confianza, incluso en escenarios de crisis.